El día era, por fin, soleado.
El café Hope, con una ubicación inmejorable, precioso.
La camarera asiática simpática y atenta.
Ella -también preciosa- estaba tumbada en la arena, tomando el sol en bragas y algo de un rojo rosa.
El día antes del día se entretuvo durante 45 minutos geniales sin hacer nada especial, bebiendo un shiraz en ese café frente al mar.
Al irse llamó a la camarera y le dio la nota que acababa de escribir y le pidió que se la entregara a la chica de la playa.
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El día que sucedió, llegó al café y el comprobar que la chica estaba le robo una sonrisa.
Se sentó y pidió un café y una tarta de frambuesa. La chica se giró, lo vio y se dirigió directamente hacia él.
"Me gusto lo que me escribiste ¿quieres que follemos?"
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