DE MI....

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FANTASIA

TU IMAGINACION ES TU FANTASIA, COMPARTELA...

sábado, 29 de abril de 2017

CAPERUCITA FEROZ


-Lobito, ¿Por qué tienes los ojos tan grandes?
El Lobo, incrédulo, alza sus orejas al escuchar los primeros compases del “One way or another” de Blondie y contempla la erótica danza de Caperucita, que va desprendiéndose con picardía de guantes, botas y caperuza hasta quedar semidesnuda sobre la cama.
-¡Auuuuuuuuuuuu! -Aúlla el lobo mientras Caperucita coloca una venda sobre sus enormes ojos dorados.
-Lobito, ¿y por qué tienes un hocico tan grande?
-¡Auuuuuuuuuuuuuuuuu! -Aúlla el lobo excitado, olisqueando y lamiendo los pechos de Caperucita. Ésta aprovecha para encadenarlo a la cabecera de la cama y cubre sus fauces con un bozal.
-Has sido un Lobito malo, ¿recuerdas la cantidad de veces que has explicado a mi abuelita la importancia del tamaño? -Exclama Caperucita acentuando sus palabras con el uso de una fusta.
Y mientras la abuelita se afana en buscar la pista “Comanche” en el vinilo de los Revels, Caperucita se va ajustando a la cintura un descomunal arnés fálico.

lunes, 26 de diciembre de 2016

MI PLAYA

Hay una playa, al norte, donde las mujeres son de hielo y los hombres buscan esposa. Hay una playa donde todos los veranos desde hace cinco me encuentro con él. Hay una playa que es nuestra. Mía y de él. Lo llamo él porque no se su nombre.
Él, me llamara ella, porque no sabe el mío. Podría ser cualquier cosa, un jeque árabe, un rey filipino, un maleante irlandés o un tunero catalán. Yo juego a ser princesa, mariachi, sin patria, jefa de estado. No quiero nada de él que se salga de celebrar una y otra vez nuestro aniversario. De amarnos, y si, digo amarnos, observados por los luceros. Mentirnos, contarnos vidas inventadas, dejar volar la imaginación, como vuelan mis dedos jugando con su pelo negro. Es mi particular parque de atracciones, otros van a no se donde, yo visito mi parque, en el que puedo ser lo que quiera, en el que puedo usar todas las atracciones sin colas, en el que siempre hay sorpresas, con montañas rusas, con la montaña donde perdernos desnudos al lado de las olas. No es mi amante, es mi amor, mi sueño y también mi pesadilla. Mi pesadilla cuando sueño que un día faltará a la cita, que un día cerraran el parque y no sabré porque. Me quedare ahí, con los globos en la mano y mi vestido recién planchado, mirando la playa a través de la verja. Mi playa sin atracciones, mi playa sin él.

domingo, 19 de junio de 2016

squirting.


Historias de sexo y eyaculación
Me llamo Juan, tengo 26 años y me casé hace 9 meses con la mujer de mi vida, Lucía. Mientras escribo estas líneas me doy cuenta de lo distinto que es hablar de sexo cuando se trata de las emociones de una mujer. Así que, le he pedido a Lucía que me acompañe cual Pepito Grillo en este viaje erótico y me haga tomar conciencia femenina de los recuerdos tan próximos, como intensos y presentes en nuestras vidas.
Nunca ha hecho falta buscarnos sexualmente porque siempre nos hemos encontrado. Siempre hemos jugado. De hecho, aún recuerdo el primer día que me hizo un striptease. Baste decir que me corrí en el momento en que se puso a horcajadas sobre mi pene…
Hemos compartido la cama, todos los asientos y el capó de mi coche, las alcobas de nuestros padres cuando éramos novios y más de un baño de discoteca. Nos hemos revolcado por las arenas de 2 playas nudistas, nos hemos masturbado en autobuses, viendo películas pornográficas y, a día de hoy, tenemos 5 vibradores y un montón de lencería y disfraces que usamos regularmente. Sin embargo, Lucía jamás había experimentado la eyaculación a borbotones hasta hace 2 meses. Recordamos el día como el momento en que nos casamos. Creo que ha sido como si hubiéramos elevado el grado de complicidad en nuestro matrimonio; hemos pasado del día de la boda, al día del squirting.
Al poco de empezar a vivir juntos nos aficionamos a ver películas de la reina del porno en esta disciplina, Cytherea. Aquellos manantiales eran extremadamente exagerados. No parecía que hubiera truco alguno, salvo la propia técnica y la experiencia para provocarlos. Sin embargo, la cantidad de líquido nos resultaba –y nos sigue resultando– de algún modo ficticia.
Investigamos por Internet durante un mes y probamos todas las posturas habidas y por haber. En algunos sitios aseguraban que la mejor forma era penetrar estilo perrito, mientras se masajea el clítoris con más presión de la normal. Durante una semana entera, cada vez que entraba en el dormitorio, Lucía vestía un liguero y a cuatro patitas sobre la cama me mostraba su vulva empapada en lubricante. Se acariciaba, la abría y me urgía a que la penetrara una y otra vez.
Tenía que hacer grandes esfuerzos para no eyacular de manera fulminante. Así que comencé a usar juguetes cuando notaba que me iba a correr. Por lo que había leído, la presión dentro de la vagina era importante. Y, como ignorante en sensaciones femeninas, pensé que debía usar el vibrador más grande –como si de un pene se tratara–.
Cuando aplicaba lubricante de forma tan seguida, Lucía perdía parte de la concentración y el ritmo natural de la excitación. Y como no podía ser de otro modo, fue ella la que sugirió cambiar de método.
Seguí sus instrucciones al pie de la letra: lamía su sexo, le introducía un dedo… después dos y los balanceaba dentro de su vagina, estimulando su Punto G. Mi lengua tenía que presionar el clítoris con más intensidad, hasta que notaba cómo su vagina se contraía. Era el momento clave para poner más lubricante y usar el conejito vibrador. Me agarró la mano, dirigiendo la intensidad y profundidad que debía aplicar. Comenzó a gemir escandalosamente, mientras reclinaba ligeramente su espalda para ver cómo controlaba su excitación. Presionando mis dedos, empujó el vibrador hacia ella. Por un momento, pensé que se estaba haciendo daño. Pero, por suerte, se trataba de los segundos previos a su primer manantial de gozo.
Mojó mi brazo y las sábanas. Sus mejillas se colorearon y su respiración intentaba salir del sofoco tras la fuerte contracción y humedad que notaba en su vagina.
Lo mejor de todo es que en sólo un mes ya es capaz de controlar las sensaciones que le conducen al squirting.

miércoles, 6 de enero de 2016

SOLO UNA CITA

¿Te parece si cenamos aquí? –me preguntó mientras colocaba un mantel y dos vasos comunes sobre la mesita que se encontraba delante del sofá.
Sí, por mí no hay problema... –e iniciaba a relajarme. ¿Puedo encender la televisión?
Puedes hacer todo aquello que desees... –me respondió sonriendo hasta con los ojos.

Cenamos cómodamente sentados en el sofá, conversando y escuchando música en la televisión; pero comencé a sentir un poco de frío e, involuntariamente, temblé. Esperé que Daniele no lo notara, porque pese al cansancio quería seguir allí con él más que cualquier otra cosa. Pero él se giró, tomó una manta de detrás del sofá y me cubrió, abrazándome.
¿Mejor? –me preguntó acercándose a mi rostro.
Sí, mucho mejor... –inicié a responder. Gracias, pero…
Tranquila, te he dicho que estás en tu casa... –dijo y no dejaba de mirarme a los ojos. ¿Qué deseas?
¿Cómo? –tuve miedo de no entender qué quería decir realmente.
¿Quieres un té? –respondió sonriendo de lado. Siempre viene bien un té…
Ahhh… Sí, claro. –y por un momento me sentí confundida. Este hombre parecía un adolescente a ratos. Había hablado sin parar, yendo y vieniendo, mostrándome cosas, explicándome de su trabajo. Loco, rematadamente loco …pero encantador.
Pero me da cosa separarme de ti y no será cuestión de llevarte conmigo... –susurró casi a mi oído.
Entonces, no hagas nada y…, quédaTe. –ironicé en el “te” final, poniendo cara de niña y abriendo mucho mis ojos.
Perfecto, porque no deseo más que besarte... –agregó. Y ha de ser sí o sí…
¿Seguro? –lo desafié más que preguntarle.
¿Dudas? –y su mirada se clavó tan incisivamente en mí que sentí incendiarme la piel y la sangre.

No esperé a que él hiciera algo. Simplemente me senté a hojarcadas sobre sus piernas, tomé su rostro entre las manos y lo besé. Noté sus manos en mi espalda, quietas primero, recorriéndola después. Mi lengua no dejaba de saborear cada rincón de su boca, lo hacía lentamente. Mordisquié su labio y subí por su mandíbula, besándolo, hasta su lóbulo, que lamí. Pasé mis dedos entre los cabellos de su nuca y llevé su cabeza hasta mi seno. Daniele era tan hábil…, cuidadoso en sus movimientos…, se notaba su experiencia. Suavemente me recostó sobre el sofá y…


Desperté en su habitación..., en su cama y el perfume del café invadió mis pulmones …otra vez. No encontré mi ropa por lo que me puse su camisa y descalza fui hasta la cocina.
¡Buenos días dormilona! Mmmm… Tu perfume...  –saludó Daniele girándose apenas entré y depositando un pequeño beso en mi boca.  Estaba probando tu nueva máquina de café… ¿cómo lo quieres?

Sonreí…

sábado, 2 de enero de 2016

DUCHATE CONMIGO


Quiero sentir cómo cae el agua por nuestra piel. Abrir el grifo y que millones de gotas se posen sobre tu epidermis y resbalen por ella.
Mis manos sguirán el camino que marcan las gotas deslizándose por tu cuerpo desde tu cuello y tus hombros hasta tu pecho, tu ombligo, tu pubis, tus huevos, tus muslos, tus rodillas y tus pies.

Déjame que te enjabone como si fueras un niño pequeño. Alternando las caricias de las yemas de mis dedos con el roce furtivo de mis uñas.
Llenaré tu cuerpo de espuma, extenderé el jabón por cada rincón, no olvidaré ninguno.
Y con la mano escurridiza, jugar con tu polla. Ponerla dura poco a poco, en cada movimiento de mi muñeca. No parar hasta tenerte duro, imponente, nervioso.

Si me dejas, te aclararé, con agua caliente, quitándote todo el jabón a la par que mis labios te llenan de húmedos besos. Recorreré tu espalda y rodeándote por detrás, acariciaré tu abdomen mientras mi pecho se aprieta contra tu espalda y mis manos bajan buscando tu polla que no ha perdido aún ni un ápice de la dureza que tenía hace unos minutos.

Luego me enjabonaré para ti. Vas a ver mis pezones duros, mis manos mojadas perdiéndose allí donde suelo mojarme cuando estás cerca. Quiero portarme mal. Pretendo que no puedas evitar observarme y tocarte, acariciarte, para mí, porque sabes que me gusta verte.

Después me giraré, me inclinaré hacia delante y me ofreceré a ti. Con las manos sobre los azulejos de la pared, el culo sobresaliendo, la espalda arqueada y las piernas separadas. Entra en mí, lléname, comparte tu dureza conmigo.



Cógeme fuerte de las caderas, embiste mientras oyes el "chof chof" de la humedad de nuestros cuerpos e inúndame. Deja que tu tibia leche viscosa se derrame en mí. O no, aún mejor, ponme de rodillas y deja que los chorros de deseo aterricen en mi cara y mis labios mientras las rodillas te tiemblan y jadeas excitado.

sábado, 26 de diciembre de 2015

HUMEDECE MI PIEL

Hoy humedece mi piel con el calor de tu pasión, desborda sobre mis labios la lava de tu excitación y con mordidas al alma lléname de ti, de tu esencia.

Hazme tuya una y otra vez, aduéñate de mis caricias, de mi cuerpo deseoso de ti, sacia estas ansias de amarte y arrebátame el suspiro más profundo en esos orgasmos intensos llenos de placer.

lunes, 9 de noviembre de 2015

PROFESIONES

Una vez estuve con un bombero.
3 minutos de calentamiento, un polvo de dos golpes de cadera.
Pensé: "bueno, esto ha sido un simulacro, ahora vendrá a apagar el fuego". Pero nada.

Luego estuve con un abogado.
Bajó, inspeccionó el terreno, un par de lametones en la ingle y a otra cosa.
Pensé: "ésta es la fase preparatoria para el juicio oral que vendrá después..." Pero nada.

Después estuve con uno que le gustaba cazar.
Mucho ruido y pocas nueces.
Pensé: "esto han sido sólo unas balas de fogueo pero ahora viene el disparo certero". Nada.

También estuve con un pintor.
No se corría ni a la de 3.
Pensé: "tiene la brocha en remojo pero luego vendrá la manita de pintura". Pues no.

Además estuve con un informático.
Después de un polvo record de medio segundo, prometió que enseguida follábamos de nuevo.
Pensé: "está actualizando pero enseguida se vuelve a cargar la página de inicio". Resultó que no.

Estuve una época que no follaba con bomberos ni abogados ni gente que cazara ni pintores ni informáticos ni entrenadores ni economistas, ni arquitectos ni estudiantes, ni militares ni...



Hasta que de pronto descubrí que no, que no tenía que ver con la profesión. Que tiene que ver con la torpeza de algunos para el sexo. Y me he quitado un peso de encima.