Aquella tarde estaba paseando sin rumbo, me apetecía dar una vuelta por
el barrio gótico, por sus calles y abstraerme de todo, la semana había
sido muy dura.
Entre en la cafetería con la idea de leer la prensa y ver pasar a la
gente,desde allí veía una pequeña zapateria, de aquellas que parecían
sacadas del siglo pasado, tome mi café con leche y salí dispuesta a ver
ese tesoro que se me ofrecía allí delante.
Parada frente al escaparate, allí estaban unas botas que me llamaban
poderosamente la atención, pensé quiero tenerlas, quiero que sean mías y
entré.
Traspasé la puerta, sonaron unas campanitas, para avisar al tendero,
después de unos segundos, salio un hombre de mediana edad bastante
atractivo.
-Hola , buenas tardes ¿en que le puedo ayudar?
-Buenas tardes, esas botas del escaparate, ¿las tiene del número 37?
-precisamente esas, no. pero tengo algo mejor para usted.
Se dio media vuelta y entro a la trastienda dejandome sola, husmeando
por la tienda, pasado un momento reapareció con unas botas mucho mas
bonitas, precisamente como él había dicho ''mejores''
-¿que le parecen? preciosas ¿verdad?
-si, si preciosas.
-permitame que se las pruebe, sientese en ese sofá por favor.
Obedecí, no se lo que tenia ese hombre, pero su voz, sus ojos, su porte,
no me quedaba otra que obedecerle, me dispuse a quitarme las mías, pero
no me lo permitió.
-no, no déjeme que se las quite yo, es mi trabajo.
Me sujetó el pie con una mano, mientras con la otra me bajaba la
cremallera de las botas, sentia su aliento en las rodillas, calido, su
atención en mis pies, como me miraba de soslayo los muslos y eso me
excito.
Con suma delicadeza, me puso el otro calzado, sujetando mi pantorrilla,
introduciendo mi pie dentro, despacito y acomodando la caña del zapato
alrededor de mi pierna, subió la cremallera con un dedo por dentro,
sentí el roce de su piel como subía acompañando al carro de la
cremallera (disculpe, es para que no se enganche con sus medias, me
dijo) y quise que siguiera con su dedo mas arriba, me noté húmeda, sentí
que el pulso se me aceleraba.
- Preciosas, ¿puedo ponerle la otra?
-¡¡como no¡¡, por supuesto (sólo de pensar que me haría lo mismo que con
la otra...empecé a sentir como latía mi sexo, deseoso de sentir algo
dentro).
Siguió con el mismo ritual, acomodo mi pie, deslizo su dedo por dentro
del calzado, pero esta vez siguió más arriba, sintió el remate de mis
medias de liga y se le escapo una sonrisa...picara, me sentí enloquecer,
deseaba que siguiera más y más arriba, quería que me tocara, necesitaba
que me tocara.
-¡¡ya está¡¡ pongase de pie, bien camine un poco, ¿que tal, cómodas?, de la vuelta.
Obedecí como una niña, camine por la tienda, me di la vuelta y me agarró
por la cintura, se apretó contra mi espalda y noté su dureza, ummmm,
como me gustaba, así como estábamos, bajo sus manos y me subió la falda
hasta la cintura, con suma delicadeza deslizó sus manos dentro de mis
braguitas, acaricio mis nalgas, las amaso, con una mano se dedicó a
acariciar mi vientre, mientras con la otra me retiraba el pelo de la
nuca y me daba pequeños besos, como mariposas...me iba subiendo la
temperatura....hasta que no pude resistir mas y me giré, mordiéndole la
boca, apretándome tanto que creí que le iba a traspasar, él siguió
mordiendo, chupando, labios, lóbulos, cuello, por mi parte no podía más
quería tenerlo, allí , ahora.
Le arranque la camisa,acaricié su pecho, hasta encontrar el cinturón,
que desabroche con rapidez, ¡¡abajo pantalones¡¡ su verga salio
disparada, me dedique con avidez a besarla, chuparla, lamerla en toda su
longitud, mi sexo palpitaba deseoso de sentirlo dentro..me tumbo en el
mostrador y se dedico largamente a besarme el clítoris con su lengua,
arriba, abajo,chupando, succionando e introdujo un dedo dentro de mi, me
sentí explotar, un largo gemido le indico que me había corrido.
Siguió dandome la vuelta, retirando mis braguitas con una mano,e
introduciendo todo su miembro dentro de un empujón, bombeando, saliendo,
entrando..mis gemidos cada vez mas fuertes, le iban animando, le
excitaban cada vez más, mi sexo era un lago, la humedad bajaba por mis
muslos, otro empujón y me volví a correr, él no pudo más y me acompaño
en una explosión suprema.
Nos compusimos rápidamente, le pregunte por el precio de las botas y me dijo...
No, no es nada, así da gusto atender a ''clientas'' tan buenas, Acompañando la frase con un guiño.
Me fui a casa con mis botas nuevas y sabiendo donde volver cuando necesite unos zapatos nuevos o tenga otra tarde de bajón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario