Me sorprendo a mi misma posando mi boca sobre un botecito naranja de exótico olor.
Mis labios se empapan de aquel húmedo jugo que estimula todas las
terminaciones nerviosas de mi juguetona lengua. No puedo evitar que
asalten mi mente recuerdos de placer que encogen en mi garganta la
necesidad y el deseo de placer. Me encontraba recostada sobre un
tronco centenario, perdida en un bosque oscuro y caluroso que sólo
dejaba pasar la tibia luz de la luna a través de sus frondosas copas.
Pero nada me importaba en ese momento…me levanté agitada para reunirme
con él en las aguas del pantano, me temblaban las piernas, no podía
dejar de pensar en lo mucho que necesitaba tocarle en ese momento,
sentir sus manos recorriendo mi cuerpo… Absorbida por el
encantamiento de mis deseos, un cosquilleo recorrí mi cuerpo al
encontrarme súbitamente con su mirada penetrante. Los pensamientos
desaparecieron al mismo tiempo que nuestros ojos se clavaron
centellantes. Desnudándome con los ojos, sentí la necesidad de
satisfacerle cuando mi autocontrol desapareció apoderándose de mi el
instinto animal que él me porvocaba. Me abalancé sobre su cuerpo y le besé en un acto de valentía.
Sorprendido, me agarró de la cintura mientras mis manos recorrían su
torso al que yo ya estaba desnudando. Desgarró la tela del vestido
dejándola caer sobre la hojarasca y ,excitado por mi repentina desnudez,
me atrajo hacia él mientras notaba como chocaba contra mi su abultada
entrepierna. Llamada por ella como si de un encanto se tratara,
lancé mi mano hacia ella para comprobar por mi misma el grado de su
dureza. A cada caricia de mis inquietos dedos, su respiración
acomparsaba una excitación mayor, y eso era algo con lo que mi líbido no
podía reprimirse. Deshinibida ante mis mas bajos instintos, lo agarré y dirigí hacia las aguas.
Excitada por el momento, el calor que el sumergirme me proporcionó sólo
acrecentó mis deseos de ser penetrada por mi objeto de deseo. Le
atraje hacia mi y rodee su cuerpo con mis piernas a la vez que el roce
de su miembro erecto frotó la entrada de mi vagina de una forma tan
casual como excitante. Ni siquiera era consciente de que mi
respiración estaba convirtiéndose en leves gemidos cuando sus vigorosos
dedos empezaron a masturbarme sin previo aviso. Paralizada y con
los ojos desencajados, la fricción de sus enérgicos movimientos
contraían cada uno de mis músculos hasta que que no puede más, ardía,
necesitaba más que me penetrara que el propio respirar, froté su pene
másturbándole para que de una vez por todas me poseyera ahí mismo.
Notaba sus venas, su glande, incluso los gemidos. Sudorosa,
sumergida en el agua…no importó para que me diera cuenta de que mi
vagina estaba demasiado lubricada, tomé el mando y agarrándome de su
nuca consegui la penetración que ansiaba.
Una vez sobre él, un
grito se escapó de entre mis labios incitándome a moverme de manera
salvaje. Me ayude de mis manos, ancladas en su espalda, y conseguí
mantener el ritmo que hacía que no pudiera parar de gemir en su oido. Subía y bajaba permitiéndole llegar a lo más profundo de mí.
Me agarró con fuerza y me dispuso contra la roca de forma inesperada,
me penetró nuevamente pero aceleró los movimientos de vaivén hasta que
sus embestidas me proporcionaron el clímax. El climax de un orgasmo
prolongado que contrajo mi vagina de forma que todo el semen de su
corrida se deslizo bajando por mis muslos temblorosos.
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