Hace ya unos diez años, que empezó a meterse en Internet para
conocer a posibles novios. En la manera convencional no había tenido
mucha suerte con los hombres, así que pensó que la red le abría un mundo
de posibilidades.
Se había casado, se había divorciado, había tenido un novio, dos, tres… Y nada, no tenía suerte.

Y en la red encontró a gente que durante un tiempo le procuró muchas alegrías. Los conocía, chateaba con ellos un par de meses, se empeñaba en conocerlos y quedaban. Estaban un tiempo y final de la historia.
Así pasaron tres o cuatro, mientras ella se desesperaba.
Le costó tiempo, pero después de mucho navegar, y porque uno de esos novios virtuales también se lo acabo diciendo, reconoció que lo que ella buscaba era un marido.
Quería un hombre con el que casarse, que mirara por sus ojos y tenerlo en casa para “cuidarlo” (yo creo más bien que manejarlo, porque esta chica es muy absorbente), y supongo que los novios virtuales cuando escuchaban eso, en tan poco tiempo, salían corriendo.
Ahora tiene un amante virtual con el que lleva medio año y al que todavía no ha visto. Reconoce que le gusta mucho, que está encantada con él, pero que no quiere verlo de frente, porque lo fastidiaría. Y ahí sigue, amándolo de esta manera tan particular cada noche y sufriendo, porque, en el fondo, sigue pensando en un marido, aunque vaya más despacio.
Yo no podría sacrificar el contacto físico tanto tiempo; y menos, por conseguir un marido.
Se había casado, se había divorciado, había tenido un novio, dos, tres… Y nada, no tenía suerte.
Y en la red encontró a gente que durante un tiempo le procuró muchas alegrías. Los conocía, chateaba con ellos un par de meses, se empeñaba en conocerlos y quedaban. Estaban un tiempo y final de la historia.
Así pasaron tres o cuatro, mientras ella se desesperaba.
Le costó tiempo, pero después de mucho navegar, y porque uno de esos novios virtuales también se lo acabo diciendo, reconoció que lo que ella buscaba era un marido.
Quería un hombre con el que casarse, que mirara por sus ojos y tenerlo en casa para “cuidarlo” (yo creo más bien que manejarlo, porque esta chica es muy absorbente), y supongo que los novios virtuales cuando escuchaban eso, en tan poco tiempo, salían corriendo.
Ahora tiene un amante virtual con el que lleva medio año y al que todavía no ha visto. Reconoce que le gusta mucho, que está encantada con él, pero que no quiere verlo de frente, porque lo fastidiaría. Y ahí sigue, amándolo de esta manera tan particular cada noche y sufriendo, porque, en el fondo, sigue pensando en un marido, aunque vaya más despacio.
Yo no podría sacrificar el contacto físico tanto tiempo; y menos, por conseguir un marido.
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